Era guapo y
brillante, imprevisible y sensual. Me atraía como nadie ni nada lo había hecho
en toda mi vida. Ansiaba tocarle como si fuera una droga, aun sabiendo que eso
me debilitaría. Yo estaba muy herida, y él abrió esas grietas tan fácilmente…
Gideon lo
sabía. Tenía sus propios demonios. Y nos convertimos en los espejos que
reflejaban las heridas más íntimas de cada uno… y también nuestros deseos. Los
lazos de su amor me transformaron, incluso cuando rezaba para que la tormenta
de nuestros pasados no nos separara…
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